De nunca me ha gustado asociar y por su puesto unir las palabras castigo y escuela, debe de ser porque mi experiencia como alumno en esa escuela rancia y autoritaria de los años sesenta me ha marcado en este aspecto de manera especial, y no porque porque yo haya sufrido en mis carnes ningún castigo y/o aberraciones al uso de aquella época, sino porque una educación basada en el miedo y no en el respeto mutuo no se puede llamar educación.
De siempre han habido y habrán problemas de disciplinas en las aulas, pero lo que realmente le da valor a la institución escolar es la manera, el enfoque y el tratamiento de los problemas de disciplina. Si se parte del supuesto más extendido de que el único culpable de los problemas de disciplina es el alumno, estamos partiendo de premisas erróneas desde mi punto de vista, y la solución solo pasaría por intentar cambiar al alumno, sin cuestionarse otras variables externas al propio alumno y que tengan que ver con lo que el centro educativo le propone, y me refiero concretamente a unos planes de estudio adecuados, a unos contenidos de enseñanza verdaderamente con significado, una metodología menos academicista y más activa y colaborativa, en definitiva un centro educativo "preparado", en todos sus ámbitos, para educar a ciudadanos del siglo XXI y para el siglo XXI.
No soy partidario de una educación basada en el miedo, en la autoridad impuesta y porque lo digo yo, en el tan manido la letra con sangre entra y el aborrecido cada maestrillo tiene su librillo. Creo que los problemas de disciplina deben de tener siempre un tratamiento educativo y edificante, basado mucho más en el convencer que en el vencer, en la inclusión que en la expulsión, en una respuesta que busque los mejor para todos incluido el alumno indisciplinado.
No es fácil, sé que no es fácil, a lo largo de mis 30 años en la escuela la mayoría de ellos con alumnos adolescentes, me he encontrado con situaciones muy diversas y difíciles, he vivido y padecido asuntos delicados pero siempre he tenido presente lo que soy y donde estoy, soy maestro y estoy en una escuela.
Aquí os dejo este debate televisivo de la 2 bajo el título "El castigo en la escuela" que me ha animado a escribir esta entrada, echad un vistazo merece la pena y desde ya os digo me alineo de principio a fin con las opiniones de Rafael Robles.
De siempre han habido y habrán problemas de disciplinas en las aulas, pero lo que realmente le da valor a la institución escolar es la manera, el enfoque y el tratamiento de los problemas de disciplina. Si se parte del supuesto más extendido de que el único culpable de los problemas de disciplina es el alumno, estamos partiendo de premisas erróneas desde mi punto de vista, y la solución solo pasaría por intentar cambiar al alumno, sin cuestionarse otras variables externas al propio alumno y que tengan que ver con lo que el centro educativo le propone, y me refiero concretamente a unos planes de estudio adecuados, a unos contenidos de enseñanza verdaderamente con significado, una metodología menos academicista y más activa y colaborativa, en definitiva un centro educativo "preparado", en todos sus ámbitos, para educar a ciudadanos del siglo XXI y para el siglo XXI.
No soy partidario de una educación basada en el miedo, en la autoridad impuesta y porque lo digo yo, en el tan manido la letra con sangre entra y el aborrecido cada maestrillo tiene su librillo. Creo que los problemas de disciplina deben de tener siempre un tratamiento educativo y edificante, basado mucho más en el convencer que en el vencer, en la inclusión que en la expulsión, en una respuesta que busque los mejor para todos incluido el alumno indisciplinado.
No es fácil, sé que no es fácil, a lo largo de mis 30 años en la escuela la mayoría de ellos con alumnos adolescentes, me he encontrado con situaciones muy diversas y difíciles, he vivido y padecido asuntos delicados pero siempre he tenido presente lo que soy y donde estoy, soy maestro y estoy en una escuela.
Aquí os dejo este debate televisivo de la 2 bajo el título "El castigo en la escuela" que me ha animado a escribir esta entrada, echad un vistazo merece la pena y desde ya os digo me alineo de principio a fin con las opiniones de Rafael Robles.
Comentarios
Resulta desalentador, pero la mayoría de nuestros comportamientos buscan conseguir un premio o evitar un castigo; es decir, están movidos por el interés o por el miedo. Y en esto se basan todos los sistemas de entrenamiento y adoctrinamiento, incluida la enseñanza: en producir placer o dolor manejando la fuerza o manipulando las emociones. Es una forma de condicionamiento que alterna entre el golpe y la caricia, la alabanza y el desprecio, la promesa y la amenaza. Así es como se acostumbra a las personas a obedecer y a buscar la aprobación.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/la-carita-triste-y-la-carita-alegre
Estoy a favor de educar con cariño, en base a la reflexión, ningún niño desea ser regañado, todos queremos agradar, entonces, más bien deberíamos plantearnos por qué un aprendiz reacciona indisciplinadamente. Precisamente son los aprendices que más nos necesitan, quizás sea la escuela el único lugar donde únicamente puedan encontrar cariño, armonía, aceptación,
La experiencia de los docentes que conozo que trabajan con otras metodologías, excluyendo el castigo como recurso, consiguen atraerse a todos los alumnos indistintamente de sus dificultades.
Pienso que hay que buscar mejor metodologías de castigo, de manera que el alumno aprenda de su error y no lo vuelva a cometer. Haciendo, también, que este aprenda durante el castigo.
Primeramente quiero felicitar al productor de este texto, porque en pleno siglo xxi nos estamos encontrando con instituciones o maestros que todavía su enseñanza la basan o la fundan en el temor o en el miedo.
Esto es algo
catastrófico para una sociedad educativa flexible y significativa que es la que se debe buscar e infundir desde hoy para siempre.